domingo, 30 de abril de 2017
Comentario de texto: Noruega vs Congo
Se trata de un
artículo periodístico publicado en el periódico “El Progreso” acerca de los
diferentes niveles de vida, desigualdades internas y la pobreza
multidimensional a nivel internacional.
Como podemos observar
en el artículo, se analiza la situación de los países donde mejor se vive, y
que tiene en cuenta los ingresos, esperanza de vida y nivel de educación de
cada país y que fue presentado por el Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo en Copenhague, lista que incluía a 187 países.
El Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD), creado el 1 de enero de 1965, pertenece al sistema de
Naciones Unidas, y su función es contribuir a la mejora de la calidad de vida
de las naciones. El PNUD promueve el cambio y conecta a los conocimientos, la
experiencia y los recursos necesarios para ayudar a los pueblos a forjar una
vida mejor. Su meta es ayudar a los países a elaborar y compartir soluciones
que permitan responder a los retos que plantean: gobernabilidad democrática,
reducción de la pobreza, prevención y recuperación de las crisis, energía y
medio ambiente, tecnología de la información y las comunicaciones y el SIDA.
Igualmente, se establecieron metas claras para reducir la enfermedad, el analfabetismo
y la discriminación contra la mujer para el citado.
En cuanto a las
desigualdades internas, el último país en el ránking es la República
Democrática del Congo, país colonizado por Bélgica, aunque logró su independencia sobre la década de los
sesenta. Más tarde Sese Seko implantó allí una dictadura. Éste,
anteriormente había sido militar, y
también fue comandante del ejército en 1965.
Este es un país
inmensamente rico en materia de recursos naturales, pero paupérrimo cuando se
trata de su población. Su situación política ha sido, casi
siempre, extremadamente compleja. Y todavía sigue siéndolo. En el centro de sus
problemas, está la paz y seguridad del país. Otra de sus grandes preocupaciones
son los diferentes grupos armados que operan en distintas partes de su inmenso
territorio, cometiendo toda suerte de violaciones a los derechos humanos de la
población que está en su zona de operaciones.
En cambio, Noruega fue uno de los más pobres de Europa hasta
finales del siglo XIX, pero durante su industrialización se logró construir un
modelo social con un elevado nivel de igualdad. Fomentar la homogeneidad de la
sociedad facilita una rutina de pactos y evita conflictos, algo que se ha
conseguido entre otras cosas gracias a una educación pública y gratuita y un
sistema de becas y préstamos estatales.
Derivado de esta
igualdad nace un segundo valor a destacar: la cultura de consenso. Esta cultura
ha facilitado plantear y llevar a cabo grandes proyectos, como la gestión de
los ingresos del sector petrolero. Todos los partidos del país han estado de
acuerdo en reservar la mayor parte de estos ingresos en un fondo que permite
tener un colchón para tiempos de crisis y preservar su sistema de pensiones en
el futuro. Tienen instituciones democráticas fuertes con un alto grado de
transparencia y legitimidad, que explica que la recaudación fiscal sea bastante
eficiente. Además, la ciudadanía percibe
que recibe una contrapartida en forma de prestaciones sociales y bienes
públicos por los impuestos que paga. Quizá por ello la mayor parte del país
escoge una educación y sanidad públicas, y apenas hay colegios o centros
médicos privados.
Por el
contrario, el Índice de Igualdad de
Género sitúa a Suecia como el país más igualitario junto con el resto de países
nórdicos. A día de hoy, Suecia se sitúa como el segundo país del mundo con
mayor participación por parte de las mujeres en su mercado laboral, solo por
detrás de Islandia. Sin embargo, el mercado sueco se encuentra enormemente
segregado: las mujeres se concentran en puestos relacionados con la educación y
la sanidad, siendo empleadas sobre todo en el sector público. Centrándonos en
la esfera política, nos encontramos con que Suecia es el país europeo con mayor
representación femenina en su parlamento, con un 43,6% de mujeres
parlamentarias. La situación global es, en cualquier caso, positiva a día de
hoy. La lista del IDG la cierran Níger, Chad y Yemen.
En cuanto al Índice
de Pobreza Multidimensional podemos comprobar que en pleno siglo XXI, y a pesar
de los avances científicos y tecnológicos, erradicar la pobreza, el hambre y la
marginalidad continúa siendo parte de los principales desafíos a nivel mundial.
A pesar de que el
Millennium Project de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) anunció que
cinco años antes se cumplió con la meta de reducir a la mitad las tasas de
pobreza extrema, alrededor de 1,200 millones de personas en todo el mundo aún
se encuentran en esa situación y sus ingresos son inferiores a 1,25 dólares
diarios. Esto demuestra que la brecha entre ricos y pobres continúa siendo
abismal, la riqueza en el mundo está repartida de forma inequitativa. Mientras
dos tercios de la población viven en la extrema pobreza, una minoría de
personas cuenta con mayor riqueza día a día. De acuerdo con este Índice, los
tres países más pobres del mundo en 2015 son Níger, Etiopía y Malí, no es
ninguna casualidad que los tres pertenezcan al continente africano.
El artículo también
hace referencia a España que mejoró levemente su puntuación en el Índice de
Desarrollo Humano de la ONU con respecto al año anterior, aunque mantiene la
misma posición en el ránking, la vigésimo tercera. Además, sigue situada por
delante de países vecinos como Italia, Reino Unido, Grecia o Portugal. En
cuanto a la Desigualdad Interna, España ocuparía el puesto 17 y en el ránking
del Índice de Desigualdad de Género, aparece en la posición 14.
Por la situación de todos estos países son necesarios
estos índices, que aparte de pretender informar, intentan concienciar a la
sociedad para mejorar y evitar la desigualdad social, cultural y económica que
caracteriza el mundo en el que vivimos.
Comentario de texto: El tesoro de Teodorín
Estamos frente a un
artículo periodístico, escrito por Miguel Mora para el periódico “El País”, en
el que nos muestra la lujosa vida de Teodorín Obiang, hijo del gobernante de
Guinea Ecuatorial mientras su pueblo intenta sobrevivir en condiciones
precarias.
Guinea Ecuatorial
fue una colonia española que posteriormente pasó a convertirse en una
provincia. En 1968, el gobierno franquista cedió y declaró que daría la independencia al país. Una
nueva Constitución favorable a España, y "consensuada" con los
guineanos a base de amenazarlos con suspender el proceso, se aprobó en agosto
tras un referéndum que, acto seguido, darían paso a las primeras elecciones a
la presidencia. Francisco Macías Nguema, vicepresidente del primer gobierno de Guinea
Ecuatorial formado tras la descolonización, participó en las negociaciones que
llevaron a la redacción de una nueva Constitución y, en 1968, se convirtió en
el primer presidente elegido democráticamente de Guinea Ecuatorial.
El 12 de octubre de 1968, día de la fiesta de
la Hispanidad, Guinea Ecuatorial conseguía la independencia. El proceso de
descolonización de Guinea fue realizado un tanto precipitadamente, debido a la
cuestión de Gibraltar (disputa entre España y Reino Unido por el territorio de
Gibraltar), y de manera muy perjudicial para los intereses españoles.
En marzo de 1969,
los dirigentes del MONALIGE (Movimiento Nacional de Liberación de Guinea
Ecuatorial) intentaron derribar a Macías contando con el conocimiento y apoyo
del Gobierno español. El fracaso del golpe desató una feroz represión que
conduciría a una sangrienta dictadura. La situación de los colonos y las tropas
españolas se hizo insostenible. El Gobierno de Franco ordenó la evacuación y
retiró la ayuda económica a Guinea, dejando sumido en el caos al nuevo país. El
golpe de Estado había sido organizado por el sobrino de Macías, Teodoro Obiang
Nguema para poder ejercer el poder de forma dictatorial. Teodoro ordenó redactar
una segunda Constitución en 1982 que legitimaba su dictadura, y ha mantenido el
poder, sustentado sobre el terror y una corrupción sistemática.
Los enormes
ingresos procedentes del petróleo financian los fastuosos estilos de vida de la
pequeña élite que rodea al presidente (en este caso, su hijo Teodorín),
mientras que una gran parte de la población sigue viviendo en la pobreza.
Persisten problemas como la mala gestión de los fondos públicos, las denuncias
verosímiles de corrupción de alto nivel, así como otros abusos graves, como la
tortura, la detención arbitraria, las desapariciones forzadas, la represión de
grupos de la sociedad civil y de políticos de la oposición, y los juicios
injustos.
A pesar de la
abundante riqueza en recursos naturales del país, los datos disponibles revelan
que Guinea Ecuatorial no ha proporcionado servicios básicos esenciales.
Alrededor de la mitad de la población carece de acceso a agua potable. La
desnutrición infantil, entendida como el porcentaje de niños cuyo crecimiento
se ha visto atrofiado, se encontraba en un nivel del 26 por ciento en 2011 y el
país tiene una de las tasas de vacunación más bajas del mundo. En 2016, el 42
por ciento de los niños no estaban matriculados en las escuelas primarias y sólo
la mitad de los niños que comienzan la escuela primaria la completan.
En el país sólo
existen unos pocos medios de comunicación privados y son, en gran parte,
propiedad de personas cercanas a Obiang. Las libertades de asociación y reunión
están severamente restringidas y el gobierno impone condiciones restrictivas al
registro y operación de las organizaciones no gubernamentales. Los pocos
activistas locales que tratan de abordar cuestiones relacionadas con los
derechos humanos a menudo son blancos de intimidación, acoso y represalias.
Teodorín, hijo mayor
del dictador, es el primer candidato para suceder en el gobierno a su padre. Obiang
es graduado por la Pepperdine University en Malibú, California. Sin embargo, solo acudió a la universidad cinco meses. Fue
y es criticado por los medios de comunicación internacionales por gastar dinero
del país en sus gustos y “necesidades” sibaritas y excéntricas. Fuentes
estadounidenses creen que la mayoría o quizás toda su riqueza proviene de la
corrupción relacionada con el petróleo y las reservas de gas en Guinea Ecuatorial.
Esto ha provocado que se vea recluido en su país natal por la persecución que
sufre por parte de la justicia internacional debido a varias demandas hechas en
su contra en Francia por varios organismos no gubernamentales.
En 2005, Teodorín
tuvo que comparecer ante un tribunal en Sudáfrica por una disputa sobre dos mansiones en Ciudad del Cabo valoradas en
7 millones de dólares. Allí, indicó que, aunque su salario en aquella época era
de solo 4.000 dólares, en su país es legal que compañías poseídas por ministros
puedan acceder a contratos gubernamentales con empresas extranjeras y percibir
un porcentaje. Una explicación muy reveladora: durante años, el hijo de Obiang
poseyó una compañía maderera, al tiempo que ejercía el cargo de Ministro de Bosques:
informalmente, a Teodorín se le llamaba “el Ministro de Talar Árboles”. Las
autoridades estadounidenses creen que durante esta época amasó una fortuna de
más de 100 millones de dólares.
En septiembre de
2011, la justicia francesa le incautó 11 coches de lujo. Pero el verdadero
golpe llegó en 2012, cuando las autoridades galas ordenaron que se le embargase
el piso de la Avenida Folch en París, citado en el artículo.
En septiembre de
2016, un juez francés ordenó que el hijo mayor de Obiang fuese imputado por
cargos de lavado de dinero. En un aparente intento por protegerlo de tener que
rendir cuentas, Obiang nombró vicepresidente a Teodorín poco después de que los
fiscales franceses concluyeran su investigación, y presentó una queja contra
Francia en la Corte Internacional de Justicia alegando violación de la
inmunidad.
Si el juicio llega
a celebrarse, el hijo del dictador tendrá que dar algunas explicaciones, pues
su salario oficial de 6.800 dólares mensuales difícilmente justifica los
cientos de millones derrochados por el vicepresidente, no solo en Francia, sino
también en Estados Unidos o Sudáfrica, países donde también ha sido investigado
por las autoridades.
En conclusión, la
actuación del gobierno guineano es un escándalo internacional que atenta contra
los derechos de la población guineana e impidiendo que el país se desarrolle,
llenando las arcas de sus representantes y empobreciendo a sus habitantes.
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