Se trata de un
artículo periodístico publicado en el periódico “El Progreso” acerca de los
diferentes niveles de vida, desigualdades internas y la pobreza
multidimensional a nivel internacional.
Como podemos observar
en el artículo, se analiza la situación de los países donde mejor se vive, y
que tiene en cuenta los ingresos, esperanza de vida y nivel de educación de
cada país y que fue presentado por el Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo en Copenhague, lista que incluía a 187 países.
El Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD), creado el 1 de enero de 1965, pertenece al sistema de
Naciones Unidas, y su función es contribuir a la mejora de la calidad de vida
de las naciones. El PNUD promueve el cambio y conecta a los conocimientos, la
experiencia y los recursos necesarios para ayudar a los pueblos a forjar una
vida mejor. Su meta es ayudar a los países a elaborar y compartir soluciones
que permitan responder a los retos que plantean: gobernabilidad democrática,
reducción de la pobreza, prevención y recuperación de las crisis, energía y
medio ambiente, tecnología de la información y las comunicaciones y el SIDA.
Igualmente, se establecieron metas claras para reducir la enfermedad, el analfabetismo
y la discriminación contra la mujer para el citado.
En cuanto a las
desigualdades internas, el último país en el ránking es la República
Democrática del Congo, país colonizado por Bélgica, aunque logró su independencia sobre la década de los
sesenta. Más tarde Sese Seko implantó allí una dictadura. Éste,
anteriormente había sido militar, y
también fue comandante del ejército en 1965.
Este es un país
inmensamente rico en materia de recursos naturales, pero paupérrimo cuando se
trata de su población. Su situación política ha sido, casi
siempre, extremadamente compleja. Y todavía sigue siéndolo. En el centro de sus
problemas, está la paz y seguridad del país. Otra de sus grandes preocupaciones
son los diferentes grupos armados que operan en distintas partes de su inmenso
territorio, cometiendo toda suerte de violaciones a los derechos humanos de la
población que está en su zona de operaciones.
En cambio, Noruega fue uno de los más pobres de Europa hasta
finales del siglo XIX, pero durante su industrialización se logró construir un
modelo social con un elevado nivel de igualdad. Fomentar la homogeneidad de la
sociedad facilita una rutina de pactos y evita conflictos, algo que se ha
conseguido entre otras cosas gracias a una educación pública y gratuita y un
sistema de becas y préstamos estatales.
Derivado de esta
igualdad nace un segundo valor a destacar: la cultura de consenso. Esta cultura
ha facilitado plantear y llevar a cabo grandes proyectos, como la gestión de
los ingresos del sector petrolero. Todos los partidos del país han estado de
acuerdo en reservar la mayor parte de estos ingresos en un fondo que permite
tener un colchón para tiempos de crisis y preservar su sistema de pensiones en
el futuro. Tienen instituciones democráticas fuertes con un alto grado de
transparencia y legitimidad, que explica que la recaudación fiscal sea bastante
eficiente. Además, la ciudadanía percibe
que recibe una contrapartida en forma de prestaciones sociales y bienes
públicos por los impuestos que paga. Quizá por ello la mayor parte del país
escoge una educación y sanidad públicas, y apenas hay colegios o centros
médicos privados.
Por el
contrario, el Índice de Igualdad de
Género sitúa a Suecia como el país más igualitario junto con el resto de países
nórdicos. A día de hoy, Suecia se sitúa como el segundo país del mundo con
mayor participación por parte de las mujeres en su mercado laboral, solo por
detrás de Islandia. Sin embargo, el mercado sueco se encuentra enormemente
segregado: las mujeres se concentran en puestos relacionados con la educación y
la sanidad, siendo empleadas sobre todo en el sector público. Centrándonos en
la esfera política, nos encontramos con que Suecia es el país europeo con mayor
representación femenina en su parlamento, con un 43,6% de mujeres
parlamentarias. La situación global es, en cualquier caso, positiva a día de
hoy. La lista del IDG la cierran Níger, Chad y Yemen.
En cuanto al Índice
de Pobreza Multidimensional podemos comprobar que en pleno siglo XXI, y a pesar
de los avances científicos y tecnológicos, erradicar la pobreza, el hambre y la
marginalidad continúa siendo parte de los principales desafíos a nivel mundial.
A pesar de que el
Millennium Project de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) anunció que
cinco años antes se cumplió con la meta de reducir a la mitad las tasas de
pobreza extrema, alrededor de 1,200 millones de personas en todo el mundo aún
se encuentran en esa situación y sus ingresos son inferiores a 1,25 dólares
diarios. Esto demuestra que la brecha entre ricos y pobres continúa siendo
abismal, la riqueza en el mundo está repartida de forma inequitativa. Mientras
dos tercios de la población viven en la extrema pobreza, una minoría de
personas cuenta con mayor riqueza día a día. De acuerdo con este Índice, los
tres países más pobres del mundo en 2015 son Níger, Etiopía y Malí, no es
ninguna casualidad que los tres pertenezcan al continente africano.
El artículo también
hace referencia a España que mejoró levemente su puntuación en el Índice de
Desarrollo Humano de la ONU con respecto al año anterior, aunque mantiene la
misma posición en el ránking, la vigésimo tercera. Además, sigue situada por
delante de países vecinos como Italia, Reino Unido, Grecia o Portugal. En
cuanto a la Desigualdad Interna, España ocuparía el puesto 17 y en el ránking
del Índice de Desigualdad de Género, aparece en la posición 14.
Por la situación de todos estos países son necesarios
estos índices, que aparte de pretender informar, intentan concienciar a la
sociedad para mejorar y evitar la desigualdad social, cultural y económica que
caracteriza el mundo en el que vivimos.
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